¿Cómo afecta la pérdida de los dientes a nuestra estructura ósea?
El maxilar y la mandíbula presentan dos componentes básicos diferentes en su origen y función: el hueso alveolar y el basal. El primero de ellos, el hueso alveolar, se encarga de soportar al diente y, por este motivo, cuando éste se pierde tiende a reabsorberse y desaparecer. Por otro lado, el hueso basal sirve de inserción y origen a los músculos que se encargan de la mímica facial y de la masticación. La pérdida de este hueso es mucho más difícil si se mantienen activos estos músculos.
La intensidad de la reabsorción que se produce en la región maxilomandibular tras la pérdida de dientes depende de distintos factores, ya sean generales como el sexo o la edad o locales, como los traumatismos. También, la manifestación de dicha reabsorción es distinta, normalmente, en los huesos de la mandíbula y del maxilar. En el maxilar el hueso residual provoca un estrechamiento en la arcada dentaria y en la mandíbula, en cambio, un ensanchamiento. Estos cambios en la estructura ósea deben tenerse en cuenta en el diagnóstico y planificación del tratamiento con implantes.
El hecho de no disponer de los dientes naturales es una experiencia desagradable para cualquier persona. Afortunadamente la odontología y la cirugía maxilofacial moderna han evolucionado a un ritmo muy rápido y actualmente es posible devolver a los pacientes la calidad de vida que merecen. Por este motivo, la escasez o ausencia de hueso ya no es un inconveniente para la colocación de implantes.
Existen tipos de implantes que, por sus características especiales, permiten, en algunos casos, evitar la reconstrucción del hueso del maxilar: los implantes zigomáticos y pterigoideos.
Implantes Zigomáticos y Pterigoideos
El Cirujano Maxilofacial Andrés Peña ofrece una larga experiencia en el ámbito de la Implantología, siendo experto y pionero en la colocación de implantes especiales como los mencionados zigomáticos y pterigoideos.
¿Qué peculiaridades y ventajas nos ofrecen?
La principal característica de estos implantes es que se colocan en dos huesos que no se reabsorben nunca, incluso en las atrofias más severas del hueso maxilar: el hueso zigomático o pómulo, en el caso de los implantes zigomáticos y el hueso pterigoides, en el caso de los implantes pterigoideos. Por tanto, esta técnica quirúrgica representa una buena alternativa a la colocación de injertos óseos en las grandes reabsorciones maxilares, a la vez que acorta el tiempo de tratamiento de forma segura, rápida y cómoda para el paciente. Hay que tener en cuenta, también, que la colocación de este tipo de implantes va acompañada, a veces, del uso de implantes normales, dependiendo de la cantidad de hueso que disponga el paciente.
Este tipo de implantes son especiales también por su longitud, mucho más larga que la de los implantes ordinarios: los zigomáticos presentan una longitud de 30 a 55 mm y los pterigoideos de 15 a 20 mm, aproximadamente. LONGITUD NECESARIA PARA ASEGURAR EL ANCLAJE AL HUESO.
fuente: institutomaxilofacial